Penélope



Letra

Versión Serrat en directo

Versión Diego Torres

Versión en catalán de Moncho

¿Por qué escribio Penelope?

En 1969 compuso Penélope junto con Augusto Algueró. Aquel puso la voz y la letra, este último la música. Crearon un clásico, una canción por la que el tiempo no pasa: "Penélope". Es curioso, el tiempo incide de igual manera tanto en la canción como en la protagonista.

Las distintas versiones del mito de Ulises que con profusa insistencia se han hecho inciden en el paso del tiempo. El caminante ha ganado experiencia en sus aventuras, es otro hombre del que antaño se despidiera de Penélope. Ni él es el mismo ni el hogar que dejó es tan siquiera similar. 

El tiempo se detiene en Penélope, nada fluye y todo es estático. Nada ha de cambiar en su percepción de las cosas.

Pero ¿quién es esta Penélope? Bolsos marrones o bordados peplos, zapatos de tacón o sandalias, vestidos de domingo o ajustados corpiños, qué más da. Andenes o patios interiores de columnas invertidas, trenes o pentecónteras, abanicos o la rueca. El caso, lo verdaderamente importante, es la inmovilidad de Penélope. Por ella no pasa el tiempo y el espacio es siempre el mismo, incluso sus ojos están inmersos en el ayer y no conoce ningún cambio; el Caminante paró el reloj de su vida cuando partió.

Mientras que el caminante hace su camino Penélope solo teje sueños.No desteje, no, y no es éste asunto baladí. Si destejiera su engaño. Estaríamos hablando de una Penélope consciente de su tiempo, de ganar o perder días al reloj. Pero la Penélope de Serrat es tan vegetal como los sauces que la rodearon en algún momento y que ya ni siquiera ve, símbolos como eran del regreso. Si los hubiera visto el fin sería otro muy distinto.

La vuelta del caminante ya no significa nada. No hay futuro para Penélope, solo pasado. Curioso es que Serrat, contraponiendo la marchitez del mundo que rodea a Penélope, utilice la viveza del verde para referirse al banco, único compañero de Penélope. Ítaca sigue ahí, viva, vibrante, esperanzadora; ya pasó el estío y atrás quedó el invierno. En ciclo vital renueva una primavera que Penélope trunca y de la que sólo conserva el color de la esperanza. 

Al final la que no sobrevive al tiempo es ella, ella por la cual no pasaron los días, ella que estaba anclada en un Abril y no fue capaz de sentir el otoño para ver nacer otra primavera. No vio las hojas de los sauces caer, no descubrió que tras la caída llega el renacer, no percibió su propia decrepitud ni la de su huerto. Había visto pasar trenes, o pretendientes... qué más da.

Y ahora, cuando ve llegar al caminante, no le quiere reconocer. Cualquier tiempo pasado fue mejor, o eso dicen; la Penélope de Serrat es algo que no duda, de hecho no puede dudar... no hay alternativas temporales.

Pero la verdadera fuerza de la canción estriba en Joan Manuel y en su voz, en la música y en el increscendo de la canción. Las notas emotivas están en su interpretación. Así cuando el caminante acude a la estación, dichoso por el regreso y jubiloso por la perspectiva de la paz, emoción de alegría plena que tan bien nos transmite Serrat, le contesta una ingrávida mujer anclada en su locura que no nos hace sentir más que lástima.