Serrat y Llach juntos (1967)



Entrevista a Joan Manuel Serrat en el diario local de la época

Diari de Vilanova
Traducción de Joan Baeza

Agosto de 1967: Serrat y Llach, juntos en Vilanova y la Geltrú en la fiesta mayor

Se cumplen 50 años de un festival de la canción memorable

En ese festival, Llach hizo de telonero de Serrat, entonces el cantante de moda

En el programa Cosecha del '67 de Radio Cubelles en que repaso noticias y música de hace medio siglo, he recordado el festival de canción que el 1 de agosto de 1967 se celebró en el cine Diana con la actuación de Rafael Subirachs, Lluís Llach, Guillermina Motta y Joan Manuel Serrat. Atraído por boomSerrat, asistí al festival con otros amigos del pueblo que, como yo, apenas acabábamos de despertar del sueño de los niños, pues teníamos quince años, al igual que los dos amantes de Palabras de amor.

En 1967, a pesar de los obstáculos que a menudo sufría por parte de la censura, la Nueva Canción vivía un momento dulce. Menudeaban los recitales, Raimon había actuado en el Olympia de París en junio de 1966 y mediados de aquella década muchos cantantes comerciales comenzaron a interpretar canciones en catalán. Sin ir más lejos, el verano de 1966, Cubelles acogió su primer festival de canción, con Guillem de Efak y Abella, entre otros, mientras que el 16 de junio de 1967 al mismo cine Diana actuaron María del mar Bonet, Guillermina Motta, Enric Barbat y Raimon. Aprovechando la presencia del cantante de Xàtiva, Miquel Altadill lo entrevistó para Villanueva y Geltrú (el semanario de la época) y una de las respuestas de Raimon provocó que el diario estuviera a punto de ser cerrado por las autoridades franquistas. Y todo porque en preguntarle el periodista si tardaba mucho en componer sus canciones, Raimon respondió depende, igual tardo mucho o poco. En lo que más tardo es en pasarlas por la censura.

En el festival de aquel agosto de 1967, desde la perspectiva del tiempo quizás sorprende que Lluís Llach hiciera de telonero de Serrat, pero este último era el cantante de moda mientras que el autor de La estaca hacía muy poco que había debutado los escenarios como último componente de los Setze Jutges. El festival fue iniciado por Rafael Subirachs, gran promesa de la canción en aquella época en que publicó su primer disco con los temas No lo habéis visto, Mujer, Las Ding Dang Dong y Escarcha mañana, los cuales, obviamente, interpretar el Diana. Subirachs, excelente músico, es recordado especialmente por la difusión de la versión histórica del himno nacional de Cataluña, Cataluña Condado Grande, que interpretó en una actuación memorable y llena de euforia colectiva en las míticas Seis Horas de canción en Canet 1975 (perdonad si digo que también tuve la suerte de estar presente).

A continuación actuó Llach, quien entonces se hacía notar por la canción El bandolero y temas simples como Que feliz era madre o Mi tierra, lo que conllevó que una intelectual de prestigio como la Maria Aurèlia Capmany manifestara que si la juventud de Cataluña fuera como Lluís Llach, el país estaría perdido. Esta frase no impidió que poco después la misma Maria Aurèlia se convirtiera en asesora literaria de Llach.

En tercer lugar, salió al escenario Guillermina Motta. Muy influenciada por la canción francesa, la Guillermina tenía ya una categoría consolidada, había entrado a los Setze Jutges en 1964 como octava componente y en 1967 publicó su segundo disco LP, Guillermina show. En Vilanova me impresionaron los temas Cállate hijo, no pienses y no queda bien. También cantó Decidme por qué y Ensayo de cántico en el templo, el célebre poema de Salvador Espriu musicado por ella misma.

Por último llegó el momento que todos esperaban. El fenómeno Serrat no decepcionó nada y deleitó a un público totalmente entregado a sus temas sentimentales y poéticos. Decimotercero miembro de los Setze Jutges, cuando vino a Vilanova Serrat acababa de sacar su primer LP y anteriormente había publicado tres EP, uno de los cuales contenía las que seguramente son sus mejores piezas en catalán: Canción de madrugada y Palabras de amor.

Miquel Altadill también le hizo una jugosa entrevista. Serrat dijo que las canciones suyas de más fama eran Ahora que tengo veinte años y Canción de madrugada pero la que él prefería era Canción de cuna, remarcó que no tenía ningún mecenas, que nadie le había ayudado excepto Salvador Escamilla y destacar, entre los miembros de la Nova Cançó, los tres que le acompañaban en el recital Vilanova además de Maria del Mar Bonet y Maria Amèlia Pedrerol. Y sobre la posibilidad de cantar también en castellano Serrat aseguraba que nunca he dicho públicamente ni en privado que haría canciones en castellano. Y remachaba el clavo afirmando que seguiré cantando en catalán por razones lingüistas. A pesar de estas declaraciones, a principios de 1968 grabó su primer disco en castellano y se convirtió en un cantante bilingüe, una opción respetable que no compartieron Raimon, Llach, Subirachs, Maria del Mar Bonet, Ovidi Montllor o Pi de la Serra. Poco después, curiosamente, Serrat se negó a representar a España en Eurovisión si no cantaba en catalán el La, la la, en medio de un gran revuelo.

Quien también optó por el bilingüismo fue Guillermina Motta. Dejó atrás sus versiones de cantautores franceses y los temas protestatarios para evolucionar hacia una temática picaresca y la comedia musical. Rafael Subirachs, por su parte, dejó de interpretar el Cataluña Condado Gran en 1979, explicándome los motivos en una entrevista que en abril de 1990 le hice para La Hoja de Cubelles: no había voluntad de independencia y consideré de no cantarla hasta que cambiaran las cosas. Me gusta mucho que se me identifique con el 'Cataluña Condado Grande', pero esto de estar contentos y satisfechos sólo para cantarla y ya está, no me gusta. Espero volverlo a hacer en una situación adecuada para nuestro país. Quizá, pues, ya ha llegado la hora que Subirachs quite el polvo a esta canción.

En cuanto a Llach y Serrat, ambos han tenido una trayectoria artística de lo más brillante pero políticamente han seguido caminos diferentes. En aquel 1967, formar parte de los Setze Jutges implicaba, además de cantar bien, defender la identidad catalana y mantener una resistencia política y cultural contra la dictadura franquista. Medio siglo después, uno y otro están distanciados ideológicamente. Llach está plenamente identificado con el proceso soberanista, hasta el punto de ser uno de los miembros más activos. Ha sido coherente con su dilatado bagaje de cantautor comprometido con el país. Serrat, en cambio, acaba de firmar un manifiesto en contra de este referéndum aunque hace un par de años se mostró favorable al derecho a decidir. También ha sido coherente con su manera de entender la relación Cataluña-España.

A pesar de la contrariedad que me ha producido la postura de Serrat, seguiré cantando en la intimidad, o bien acompañado de algunos amigos, aquella espléndida Canción de madrugada de nuestra juventud, sí, pero también de ahora y de siempre. Lo haré para evidenciar que ahora que tengo, no veinte años, sino tres veintes y pico, todavía tengo voz, todavía tengo fuerza y ​​no tengo el alma muerta, al igual que el Serrat de 1967.

Quizá por eso me ha complacido evocar un momento destacado de nuestra pequeña historia en la que todos juntos, cantantes y público, remábamos en una misma dirección.