El joven Serrat y la Nueva Canción catalana (2009)



Por Orfeo Pecci

El hijo de los perdedores

La Guerra Civil Española había terminado en 1939. El Generalísimo Franco, apoyado por tropas de la Italia fascista y la aviación nazi habían aniquilado –ante la indiferencia de las naciones occidentales- al sueño republicano inaugurado unos años antes. Se hablaba de un saldo de medio millón de muertos, y otro medio millón de exiliados. Franco impondría una dictadura larga y sangrienta, bendecida por la Iglesia y los poderosos del sistema.

Del bando de los sobrevivientes de la extinta República provenían Josep, un obrero anarquista y Ángeles, una joven origen campesino; la pareja vivía junto a un par de sobrinas huérfanas de la guerra. En el seno de ese hogar humilde nació Joan Manuel Serrat. 

“Nací a finales de 1943 en Barcelona, de padre Catalán y madre aragonesa. Soy lo que en Cataluña se conoce como un charnego, un mestizo que, en mi caso, no heredó ni la prudencia del seny catalán ni la reciedumbre aragonesa, pero que de manera natural se educó en la comprensión de la diversidad y la tolerancia de lo distinto”, escribiría Serrat muchos años después.

La familia se instaló en el barrio obrero de Poble Sec, junto al puerto, en la cuesta de la calle Cabañes, engalanada con una vieja fuente donde iban a beber pájaros y perros. Allí, en ese barrio cosmopolita donde se apiñaban los emigrantes del sur de España en busca de trabajo, vivió Serrat su infancia y adolescencia. “Pronto me enteré que éramos de los que perdieron la guerra, como la mayor parte de la gente de mi calle. Una guerra que dejó huérfana a mi madre, inconsolable a mi padre y llenó la casa de fantasmas que nos persiguieron toda la vida.”

Los muchos trabajos que sus padres debían realizar para llegar a fin de mes le dieron al niño una temprana madurez. Sin abandonar los juegos de la calle, Joan fue un alumno aplicado, sin excesos, que se educaba sentimentalmente escuchando radioteatros en familia y  memorizaba las canciones de Concha Piquer, Antonio Molina, Lola Flores y tantos otros cantantes populares que propalaba la radio de entonces.

En los años de bachillerato se aficionó a la lectura. Leía novelas, cuentos y, sobre todo, poesías de Gustavo A. Bécquer, Antonio Machado, Miguel Hernández, Federico García Lorca, Pablo Neruda y tantos otros autores “rojos”, que a pesar de la censura del régimen circulaban clandestinamente entre los estudiantes. En esa época – a inicios de los años 60- aprendió algunos acordes de guitarra y junto a tres amigos formó un grupo musical que alternaba un repertorio que iba de Twist and Shout y Ma vie. Los animaba la afición al canto y la posibilidad de capturar la atención de las chicas. La banda acabó sin pena ni gloria, pero el joven Serrat ya había escrito algunas canciones en catalán y sus compañeros le animaron a continuar en solitario. 

Las influencias musicales del joven de Poble Sec eran diversas: iban de Georges Brassens, Jacques Brel y Charles Aznavour, hasta Carlos Gardel y Atahualpa Yupanqui, a quien Serrat veneraba. Imprevistamente, Serrat fue convocado por Els setze jutjes (Los dieciséis jueces), un prestigioso y heterogéneo grupo de cantantes catalanes, muy influido por la canción francesa de los años sesenta y punta de la lanza de la Nova Cançó (la Nueva Canción) catalana. Junto a ellos Serrat recorrió pueblos y ciudades de Cataluña dando a conocer su novel repertorio. Fue una experiencia breve pero importante para quien se iniciaba en el oficio de hacer e interpretar canciones.

El trampolín al reconocimiento público llegó, finalmente, de la mano del locutor Salvador Escamilla, que en Radio Barcelona hacía un programa matinal de gran éxito, “Radioscope”, donde se presentaban nuevos intérpretes del cancionero catalán, una lengua resistida por el régimen franquista que pretendía ahogar las diferencias regionales bajo la castellana cultura oficial. Una mañana de primavera de 1965 la voz de Joan Manuel Serrat desgranó cuatro canciones de su cosecha por el micrófono de la radio. Se acompañaba solo con su guitarra, pero alcanzó para que esas obras de poética intimista y nostálgica concitaran la atención del público.

La Nova Cançó

La nueva canción catalana había nacido en un vagón de tren afines de los 50. Cuenta la leyenda que Luis Serrahima y Miquel Porter Moix, dos músicos antifranquistas decididos a reivindicar el catalán para el arte popular, se hicieron la promesa de encantarse cada jueves a las diez de la noche en el tren y no volver a sus casas hasta haber compuesto una canción. El ejemplo cundió y no tardó en conformarse un colectivo de artistas decididos a luchar contra el régimen desde la lengua musicalizada.

Además de grupos como los Els setze jutjes y La Trinca, dentro de nuevo movimiento se dieron a conocer importantes interpretes como Ramón, María del Mar Bonet, Guillermina Motta, Lluis Llach (aùn activos) Pau Riva, Ovidi Montlor, Jaume Sisa, Rafael Subirachs, Joseph María Espinás, Martí Llauradó, Enric Barbat, Francesc Pi de la Serra, Antoni Perera Fons, Jordi Soler y el gran pianista de jazz Tete Montoliu. Contra todos los pronósticos, había un público joven dispuesto a hacer suyas estas canciones que reivindicaban una existencia auténtica y valores progresistas, oponiéndose a la canción pasatista y comercial propalada por las grandes grabadoras. Lo cierto es que de todos los compositores e intérpretes de este movimiento musical contestatario, sólo Serrat –conocido popularmente como el “noi” (el pibe)- lograría concitar la atención del país y alcanzaría, incluso, a posicionar sus canciones en catalán al tope del chart nacional. Toda una hazaña. Parecía que el mecías había finalmente llegado.

 Un símbolo de la resistencia

Después de su debut radial, y a instancias del propio Escamilla, Serrat grabó para el emblemático sello Edigsa su primer disco de 45 rpm conteniendo cuatro canciones (EP “Una Guitarra”, 1965), seguido de otra tanda de canciones publicadas con el mismo formato que contenían éxitos populares como “La tieta” (La tía vieja) y “Ara que tinc vint anys” (Ahora que tengo veinte años, ambos de 1966)), una suerte de himno para aquella generación. El primer LP de Serrat, del mismo título (grabado en 1967) fue recibido como un acontecimiento cultural. Allí está presente el universo poético del joven catalán, un universo que irá madurando con el tiempo, sin apartarse demasiado de los temas que mas le interesaban: la soledad, las pequeñas cosas del universo cotidiano, la infancia como tiempo de felicidad posible, la naturaleza, las historias de perdedores. Una visión melancólica de la existencia impresa en fuertes imágenes que encontraría su pulso musical en los arreglos de Ricard Miralles, que sumó oboes, violines y teclados –hasta lograr ese sonido entre el barroco y el romántico- que definió y consagró al Serrat de los primeros años.

En 1968 salió a la venta “Cançons tradicionals” (Canciones tradicionales), donde Serrat recupera el cancionero folklórico de la antigua Cataluña. A pesar de los reparos de la crítica, era un disco fresco, con muy buenos arreglos de Ros Marbá, que contribuyó a aumentar el prestigio del muchacho de 24 años convertido en una suerte de símbolo de la resistencia de la maltratada cultura catalana. Otros éxitos como “Per San Joan” (Para San Juan) y “Marta”, editados como disco simple ese mismo años, decidieron a la autoridades del franquistas a designar a Serrat para representar a España en el festival de Eurovisión. Serrat se negó a cantar en castellano y fue dado de baja en medio de un escándalo cuyos ecos atravesaron Europa e incluso cruzaron el mar. Los medios oficiales cerraron sus puertas para el díscolo cantautor que, sin embargo, multiplicó sus actuaciones dentro y fuera del país, convirtiéndose en un incontrolable fenómeno de masas.

Sus posteriores LPs “Com ho fa el vent” (Como lo hace el viento) y Serrat/4 (1970) lo mostraron mas maduro poética y musicalmente. A esa etapa corresponden composiciones sumamente inspiradas como “Paraules d` amor (Palabras de amor), Marta y Cami avall (Camino abajo), esta última portadora de una fuerte crítica social.

En medio de un éxito sin precedentes para un cantautor catalán, Serrat anunció a la prensa que lanzaría su primer disco en castellano.