Ramón González Correales
Serrat y Lola Flores aquel día
Ella había
pertenecido al tiempo de la postguerra y era un icono de la España racial y con
falda de faralaes que quería venderse como la oficial en aquel tiempo. Él
representaba la rebeldía de los sesenta, el país nuevo que estaba surgiendo y
que pretendía otra estética y otra sentimentalidad. Eran dos estilos
confrontados porque significaban mundos distintos y en aquellos momentos hasta
cierto punto antagónicos.
Lola había sobrevivido en el franquismo aceptando ser
una de sus musas (ya sabéis aquello que escribió Pemán,“abanico de colores, no hay en el mundo una flor que
el viento mueva mejor que se mueve Lola Flores”),
pero también se sabía que era una mujer temperamental, de un erotismo
profundo, que no se ajustaba del todo a la imagen que se pretendía para las
mujeres en aquel tiempo.
Serrat era un referente para
la juventud que se oponía al franquismo, cantaba en catalán aunque no le
importaba hacerlo en castellano, estaba politizado pero a diferencia de otros
no era esto lo más importante de sus canciones, que hablaban sobre todo de
sentimientos y de historias interiores. En los setenta quizá los seguidores de
ambos estaban muy distanciados pero unos y otros no tenían más remedio que
escuchar mutuamente sus canciones que estaban simultáneamente en el aire,
porque eran las “canciones de la radio”.
“Mediterráneo” probablemente no
solo era tarareada por jóvenes barbudos y quizá las madres de muchos de ellos
les habían cantado en su infancia alguna canción de Lola (…”qué tiene la zarzamora…“) que, por tanto,
también les pertenecían porque los había impregnado en la infancia.
Ramón González Correales