El tema de Serrat y el rechazo que hacia su obra sienten los nacionalistas catalanes es complejo e interesante. Daría para un largo debate y mi mensaje sólo pretende esbozar un poco la cuestión.
Habría que remontarse casi al comienzo de la historia, es decir al momento en que Serrat decide cantar en castellano y ser bilingüe. Este bilingüismo no fue aceptado por los más puristas y nacionalistas de la Nova Cancó y se estableció una bipolaridad Raimon- Serrat que dividió al público.
No era precisamente un capricho de Serrat ni una estrategia comercial – como quisieron verlo los malpensantes- el hecho de cantar en castellano, sino un reconocimiento a sí mismo, a su doble origen, a su lado materno. Creo que el tiempo ha aliviado estas tensiones que forman parte del pasado.
Serrat siempre ha mantenido en su obra y en su trayectoria personal una posición ética, nunca dogmática, siempre abierta de miras, y nunca a favor de un nacionalismo cerrado. Esta actitud le aparta, por ejemplo, de Llach que se declara públicamente nacionalista e incluso algo ambiguo cuando trata el tema del nacionalismo vasco. De todos modos las diferencias de Serrat y LLach se han aliviado. Incluso Llach ha declarado en distintas entrevistas la importancia de la obra de Serrat.
No hay constancia de que Serrat y LLach hayan cantado juntos. Coinciden en su defensa de la cancó y en la marginación que ésta ha padecido en los últimos lustros. En la revista EFE EME de este mes Llach declara el injusto olvido que muchos miembros de la cancó han padecido. Ovidi Montllor – al que ahora se rescata-, Joan Isaac, Pi de la Serra o Ramón Muntaner son los nombres que cita. Para Llach hay dos excepciones dentro de la canción que se hace en Cataluña a los que hay que valorar el éxito : Maria del Mar Bonet y Serrat. Es esclarecedor que cite a Serrat. Es una demostración de que ya han quedado atrás viejos enfrentamientos y que hay un respeto indudable entre ambos.
Hay que reconocer la importancia de la obra de Llach. No creo en los sectarismos ni en los purismos que a veces han preponderado a la hora de enfrentar a ambos. Críticos como Jordi Garcia Soler que encumbraban a Llach para minimizar a Serrat han evolucionado y hoy día reconocen la importancia de Serrat al margen de opiniones en las que influía más lo político y en las que se censuraba que Serrat cantase en castellano. Hay un libro de Garcia Soler titulado La Nova Cancó (1976) que refleja ese ambiente viciado donde lo político pesaba a la hora de valorar a Serrat. Por eso Garcia Soler publicó en 1996 Cronica Apassionada de la Nova Cancó donde sus valoraciones eran totalmente opuestas a las que reflejaba en aquel primer libro. Garcia Soler rectificaba sus opiniones sobre Serrat valorando su obra con una mayor objetividad.