Fue a fines de los Sesenta. El profesor de Zoología de Joan Manuel Serrat le pidió que viajara 350 kilómetros, de su trabajo a la universidad, para hacer efectuar los prácticos de su material y seguir avanzando en la carrera de Ciencias Biológicas. Frente a tal situación, el catalán decidió plantearse continuar su carrera o dedicarse de lleno a la música. Así lo cuenta él:
Años después me lo crucé en una fiesta de disfraces del jardín de infantes de mis hijas. Lo abordé: "Le agradezco. De no haber sido por usted, hoy sería profesor en un instituto de enseñanza media". Bueno, o monja (risas), porque en mi curso había ocho mujeres y cinco monjas, aparte de seis varones…"
Gracias a esa decisión la Enseñanza perdió al que hubiera sido un excelente Maestro por su capacidad pedagógica y su empatía. A cambio la Humanidad ganó a un excelente músico, poeta y Maestro de vida.