Ayer por la noche, en el Palau Sant Jordi de Barcelona, se celebró un concierto poético musical para rendir tributo a las víctimas de franquismo con la asistencia de 4.800 personas y en el que participaron entre otros Joan Manuel Serrat y Francesc Pi de la Serra.
En un día como hoy de hace 69 años, moría fusilado el Presidente de Cataluña Lluís Companys. El “President màrtir”, fue condenado a muerte por un tribunal militar por “adhesión al delito de rebelión militar”, algo así como si Pinochet hubiera condenado a Allende por sedicioso. La sentencia del juicio parecería redactada por Groucho Marx si no fuera porque los humoristas de la época —Franco, Hitler, Mussolini, Stalin— tenían poca gracia.
Y poca gracia tiene también que, después de 69 años del asesinato legal de Companys y de 30 de la llegada de la democracia a España, el juicio todavía no se ha podido anular. En otras palabras: Lluís Companys, Presidente democráticamente elegido por el pueblo, sigue siendo un delincuente y un golpista y su muerte, un acto de justicia. No intenten comprenderlo, esto es España. O una de las dos.
Y Companys no es el único agraviado. Miles de cadáveres en las cunetas de la carreteras todavía no tienen un nombre y una lápida y miles de ex-presos por defender el gobierno democrático y legítimo siguen privados del reconocimiento oficial que merecen.
Ayer, en el Palau Sant Jordi, a escasos metros del Estadio Olímpico “Lluís Companys”, se celebró un concierto, para rendir tributo a las víctimas del franquismo y se hizo con una buena manera de luchar contra la desmemoria: poesía y canción.
Poéticas de resistencia, sueños de libertad. Bajo este título el Memorial Democràtic —institución pública dependiente del Gobierno de Cataluña, con más buenas intenciones que competencias— organizó el acto que reunió a 4.800 personas y contó con la presencia en las primeras filas del gobierno catalán casi en pleno, con el Presidente José Montilla y el Vicepresidente Josep Lluís Carod Rovira a la cabeza.
Carme Sansa, Lluís Homar, Mercè Sampietro, Juan Diego, Juan Echanove y Julieta Serrano, recitaron a Joan Vinyoli, Pere Quart, Salvador Espriu, Jaime Gil de Biedma, Manuel Vázquez Montalbán y Joan Brossa respectivamente.
Luego le llegó el turno a la música con la presencia conjunta en el escenario de Joan Manuel Serrat (con Miralles, por supuesto) y de Francesc Pi de la Serra. Serrat empezó con una sensible versión de Res no és mesquí, seguramente una de sus mejores canciones. Siguió “El Quico” con su Home del carrer, a la que siguió otro clásico de Serrat, Pare. Con la ayuda del Nano en el estribillo, Pi de la Serra echó mano de otro de sus clásicos Si els fills de puta volessin no veuríem mai el sol (Si los hijos de puta volaran no veríamos nunca el sol) acogido con entusiasmo por el público y con un cierto recelo en las primera filas. Ambos finalizaron su actuación con una excelente, divertida y fresca versión a dúo de Lletania.
Por último, l’Orfeó Català intepretó unas versiones potentes, estremecedoras, impecables y con una maravillosa armonización de Què volen aquesta gent de Lluís Serrahima —presente ayer en el acto— y Maria del Mar Bonet, A galopar de Rafael Alberti y Paco Ibáñez, Com un arbre nu deLluís Llach y Al vent de Raimon.
Tras guardar un minuto de silencio a la memoria de Lluís Companys, continuaron con el Cant de la senyera, canción que fuera prohibida a l’Orfeó Català en un acto el 19 de mayo de 1960 en el Palau de la Música, pero que el público cantó espontáneamente frente a unos cuantos ministros de Franco, hecho que se conoce como los “Fets del Palau” y que terminaron con varios consejos de guerra, entre ellos el expresidente Jordi Pujol, ayer presente.
Finalizaron con Els segadors, himno oficial de Cataluña.
En resumen, un paso más hacia la rehabilitación del honor y el desagravio a las miles de víctimas del franquismo. Dice Daniel Viglietti que “canción desarmada no enfrenta a un fusil”. Es verdad. Pero ayuda.
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