Ver video (traducción simultánea)
-Editado y remasterizado por Josep Lluis Rivera-
sin encontrar ninguna, como ayer, como mañana.
que en sus rodillas duerme las largas noches de invierno.
Un espejo resquebrajado le dirá: «Te haces mayor.
es el orgullo de quien tiene alguien que le caliente la cama.
para trabajar en el despacho de un abogado gandul
con quien en otro tiempo ella se hacía la estrecha.
De eso hace tanto tiempo... Ni lo recuerda «la tieta».
La que no quiere nadie si un buen día cae enferma.
La que no tiene más hijos que los hijos de sus hermanos.
un palmón largo y blanco y un par de calcetines
y en la iglesia los dos harán lo que hace el cura
y alabarán a Jesús que entra en Jerusalén...
hay que ahorrar el dinero, como siempre hizo «la tieta».
Se la llevará una gripe al agujero profundo.
los salmos de los sacerdotes, las misas de difuntos
son cosas que a menudo las olvida la gente,
y son tan bonitas las flores con crespones negros colgando
y detrás unos amigos, descubiertos hace un instante
y una esquela que dice... «Ha muerto la señorita...
...descanse en paz. AMÉN»... Y olvidaremos a «la tieta».
Comentarios:
Por ejemplo "veinte duros" eran cien pesetas.
Pasados los peores años de la posguerra, cuando ya empezó a haber trabajo, sobre todo era una costumbre muy dada en Catalunya
la de "abrir una librera" , es decir, abrir una cuenta en la Caja de Ahorros para los hijos o los sobrinos, como es el caso de la canción.
La costumbre del ahorro, como todo el mundo sabe, es una costumbre esencialmente de gente ahorradora como los catalanes.
una aseguradora funeraria pagando pequeñas cuotas cada mes para asegurarse de que el dia final tambien los pobres
tendrían un ataúd digno y unos responsos pagados.
LA TIETA por LUÍS GARCIA GÍL
Esta mujer le inspiro a Serrat esta canción. Vecina de Poeta Cabanyes, aunque no era realmente su tia, lo era de niños del barrio y daba el perfil de esa mujer soltera que quiere y cuida a los hijos de sus hermanos como propios.
“La Tieta”, conmovedora canción que Serrat incluiría con unos arreglos remozados en su directo de 1984. “La Tieta” es, sin dudarlo un instante, una de las canciones de mayor intensidad poética de toda la obra de Serrat.
Es este un disco al fin y al cabo de retazos sociales, de personajes marginales rescatados del olvido por Serrat, de miradas hasta entonces prácticamente inéditas en el cancionero popular de la época.
En “La Tieta” no hay un exceso melodramático, no hay recargadas metáforas que conviertan la canción en un juego de artificio, sino que por encima de todo hay descripciones sutiles, tiernas, como si Serrat pusiese en su mirada un realismo intenso, de honda evocación, que atrapa al oyente desde el inicio.
El gato castrado, viejo, tan distinto del funámbulo y necio que a Serrat le aguardaba en los alambres del patio, al que se le suman la soledad como única amante, el misal sobre la mesilla, el vaso de agua, todo ello compone una enumeración acertada que jamás se aparta de la realidad, que no incurre en un sentimentalismo de andar por casa, que tiene un ajustado y sereno lirismo.
Todos los objetos, todo el entorno, nos está hablando de la tieta con una profundidad lírica incuestionable, sin por ello caer en caminos trillados que echarian abajo tan prodigiosa canción. Serrat la mira, la observa, la confronta a la portera que sí tiene un marido y unos hijos, la ubica en su trabajo, en el despacho de un abogado, en la rutina cotidiana con alguién con quien para colmo pudo casarse en otro tiempo.
“La Tieta” es un personaje sin historia, como Mare Lola, pero al tiempo es un tipo de personaje que Serrat gusta reflejar en sus canciones, porque son los que le inspiran, en los que encuentra el mundo al que se siente cercano, lejos de conformismos y de palabras huecas que nada dicen y nada buscan. En “La Tieta” hay un dolor contenido, tímido, que parece que no va a romperse.
En “Mare Lola” al final de la canción Serrat decía que todo estaba bien y dejaba un pero con unos puntos suspensivos a continuación. Es decir todo en orden, sí, pero ¿Acaso a éso se le podía llamar felicidad?”.
Volviendo a “La Tieta” hay que decir que Serrat nos transmite su situación con una voz dolorida, cercana, con pinceladas extremadamente suaves, con unos arreglos muy líricos, donde cada instrumento cumple una función expresiva, como ese violin que entra de forma tan oportuna en una parte de la canción.
En “La tieta” nos encontramos con esas historias de Serrat de vida y muerte, amargas pero dulcemente equilibradas, en la que ofrece una gran capacidad para retratar tipos sociales y para en este caso profundizar en determinados personajes femeninos un tanto atormentados. En esa línea se situará la Carmeta, Penélope, la ya referida Mare Lola, la cenicienta de porcelana a punto de ser devorada por el tiempo de las soledades y de los silencios o los protagonistas de su reciente canción “Princesa”.
En “Manuel”, en cambio, Serrat sí buscará un exceso melodramático que situará a aquella canción lejos de los logros de ésta.
En Serrat hay toda una radiografía de la soledad que cruza su trayectoria singularmente durante todos estos años. “La Tieta” volvería a ser registrada en 1984 en el disco en directo de Serrat. Los arreglos de Miralles darán a la canción un nuevo giro y el piano se hará protagonista incrementando, si cabe aún más, la intensidad emocional del tema.