Carta abierta a Serrat por su despedida

 



Patrícia Claudia Arias

Santa Fe (Argentina)


La luna y las estrellas también lo vieron. Lo que se anunciara en diciembre del año pasado, ya es una realidad. Anoche Nano empezó a despedirse de los escenarios argentinos, en Rosario comenzó a materializarse ése sentimiento de orfandad de Nano, del fin de nuestras complicidades compartidas a través de tantos años de recitales…


Quiero hablar de tu público Nano, de nosotros. Fue impresionantemente conmovedor ver esa enorme marea humana (dicen que éramos unos 12.000) soportando kilómetros de embotellamientos, luego recorriendo a pie varias cuadras, prácticamente a campo traviesa, para poder finalmente arribar al lugar de la cita. Gente de todas las edades llegaban, y siguieron llegando…hasta colmar todo el sitio. Y luego, la actitud, el respeto infinito, la devoción con que estábamos arropándote mientras la brisa se las arreglaba para jugar con tu pelo y secarnos las lágrimas persistentes. El canto bajito, toda la noche, de todas las canciones. El coro cuando lo pedías, porqué sí, las sabemos todas…tu voz multiplicada por todos lados, las poesías que aprendimos, las canciones que nos acompañan desde siempre, los versos de poetas que muchos comenzaron a querer a través tuyo. El aplauso cerrado, las ovaciones, la emoción con que te abrazamos tantas veces en la noche…la gratitud inmensa, gritada a voz en cuello o agigantada en el pecho, gracias Nano de mi corazón, por tanto, por todo, por haber venido a despedirte, así, en persona, a lo Serrat.


Quiero hablar de vos Nano, tan grande, y tan digno, tan frágil, tan humano, tan coherente, tan nuestro. Con esa voz temblando en tu garganta, cobrando potencia después de las primeras canciones, con ese recital que armaste tan inteligentemente para sortear las trampas de la emoción en esta gira tan tremenda, fue un contrapunto sostenido, un uno a uno en el ritmo de las canciones, un rescate para vos y para nosotros, para que la melancolía pudiera convivir con la alegría…aunque sea de a ratos, como dijiste : “Elegimos un repertorio para que juntos disfrutemos de una noche feliz, querida y recordada”, atesorada, diría yo. Y no viniste solo…al amoroso recuerdo de tus padres se sumaron nuestros queridos poetas, Benedetti, Miguel Hernández, Antonio Machado y algunos amigos Sabina, Alberto Cortéz. Ni hablar de tu banda, el septeto de maestros que pobló la noche de mágicos acordes…


Tan sencillo, con ese sentido del humor tan especial, en una noche en la que no podían tener cabida los juegos de Tarrés, tan claro…como claro fue que de verdad te vas. “ No llores porque no me voy a quedar…” Cuando sobre el final, nos preguntaste qué canción queríamos, y aclaraste que ya no volverías:


“Pero cuando me retire del escenario, no voy a volver a entrar: no voy a entrar en el juego divertido, simpático, amable y cariñoso que hemos jugado en otras oportunidades. Realmente es para mí un concierto muy especial, muy emotivo, en el que muchas cosas han pasado por mi cabeza a lo largo de él; muchos recuerdos muchos rostros, muchos momentos irrecuperables pero vividos. Y por tanto con mucho gusto me voy a despedir con estas canciones. Me voy a despedir y van a ser las últimas. No lo tomen como un desaire; es sencillamente que las emociones dan el orden de las cosas”


 Claro, sensato, lógico, conmovido, irrefutable.Y luego llegó la ”Pueblo Blanco” más triste y melancólica, y la “Fiesta“ menos feliz, porque todo marcaba el verdadero fin de fiesta, el fin de tantos años y recitales compartidos en clave de complicidad. Y nos miraste mucho, -cómo quisiera poder leer ésa gran mirada tuya!!!- un saludo más y te fuiste del escenario… Los músicos allí y nosotros aquí, ya extrañándote, abrazándonos a tu legado enorme y maravilloso, pero sin esta cercanía que disfrutábamos cada Octubre, Noviembre. Porque ellos y nosotros sabemos, que aunque vuelvas como decías, a pie de calle y a pie de vida, ya casi nadie accederá a vivir de nuevo esas ceremonias que nos alimentaban el alma a todos…Discúlpenme la analogía tan personal, pero siento algo parecido a cuando mi padre partió de este plano: me quedó su legado inmenso y su luminoso recuerdo, pero extraño cada día su abrazo. Los recitales, eran mi “abrazo” con Nano. 


Sí, finalmente lo digo en pasado, vengo batallando con los tiempos verbales en esta afirmación, la razón me impone lo que el corazón se resiste a aceptar. Porque anoche en Rosario, Nano comenzó a despedirse de Argentina, y sólo restan seis noches más. Y la verdad sí que es triste y encima no tiene remedio, y esta vez, besaste mi aldea, y no te vas pensando en volver…


De nuevo, sólo repetir una vez más, GRACIAS NANO, por tanto, por todo lo que ya sabés. Sos familia. Te llevamos en el alma. Buena vida. Hasta siempre. Dejáme desear que ojalá vuelvas…


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