El régimen de Videla mantuvo una estrecha vigilancia sobre el cantante catalán por su apoyo a los exiliados. Según consta en distintos documentos, las autoridades españolas conocían los planes de los militares argentinos
DANILO ALBIN
Tienen entre setenta y ochenta años, están condenados por crímenes de lesa humanidad en Argentina y aún guardan innumerables secretos de sus años de acción… en España. Así podrían resumirse los currículums de varios miembros de los temibles grupos de tareas de la dictadura de Videla que hoy pagan sus penas en cárceles de ese país –o en sus casas, bajo prisión domiciliaria-. Una investigación realizada por Público ha permitido conocer que entre sus objetivos a este lado del Atlántico estuvieron varios intelectuales que apoyaban las denuncias de los refugiados.
Prácticamente desde el primer minuto del sangriento régimen –que se instaló en la dramática noche del 24 de marzo de 1976-, ciudadanos españoles de distintos ámbitos habían denunciado a viva voz los crímenes de los dictadores. A partir del otoño de 1976, esas muestras de solidaridad se vieron reforzadas por la llegada de miles de argentinos que venían huyendo de la muerte. A raíz de ello, Videla y sus colaboradores decidieron emprender una férrea campaña de seguimiento contra los refugiados y sus amistades en este país.
Según consta en distintos documentos a los que ha tenido acceso este periódico, la Junta Militar montó un servicio de espionaje con sede principal en la embajada de Madrid y sucursales en las oficinas consulares de Barcelona, Bilbao y Cádiz. En esta nutrida red no sólo participaron los funcionarios de las representaciones en España, sino que también tomaron parte los militares que eran enviados a España bajo la excusa de realizar “cursos de formación” en instalaciones del ejército y la marina.
Gracias al trabajo realizado por estos agentes, la embajada y los consulados produjeron una gran cantidad de informes –muchos de ellos aún catalogados como secretos por el propio Estado argentino- sobre lo que ocurría alrededor de la colonia de exiliados. Una parte de esta historia fue revelada en 1997 ante el juez Baltasar Garzón –que por entonces investigaba los crímenes de Videla- por un superviviente de la ESMA, uno de los principales campos de concentración de Buenos Aires.
“Entre las actividades encubiertas de espionaje que también realizaban estos militares de la marina argentina en España, estaba la vigilancia de personalidades españolas que podían apoyar a la resistencia contra la dictadura militar que asolaba la Argentina, en especial artistas e intelectuales”, relató Juan Gasparini, un sobreviviente de la ESMA que posteriormente se refugió en Europa. En su testimonio, aseguró que los oficiales de Inteligencia de ese centro de exterminio le mostraron “fotografías del cantante español Joan Manuel Serrat tomadas en la calle o conversando con otras personas en lugares públicos de España, para intimidarlo y amenazarlo sobre las posibilidades represivas de la dictadura que desbordaban las fronteras de la Argentina”.
Por aquel entonces, Serrat participaba en distintas campañas de denuncia contra la dictadura de Videla. Así consta en distintos informes elaborados por la embajada de ese país en Madrid, en los que aparecen los nombres de distintas personalidades que se habían adherido a varios actos contra el régimen sudamericano. Además del cantante catalán, también figuran los nombres de otros artistas muy conocidos a finales de los setenta, como Massiel, Marisol o Luis Eduardo Aute. El 28 de agosto de 1976, todos ellos enviaron un telegrama al embajador de Videla en España, Leandro Enrique Anaya, para denunciar la desaparición de los hijos y la nuera del escritor Juan Gelman, quienes habían sido secuestrados por un comando de la dictadura en Buenos Aires. La nota también llevaba la firma de Geraldine Chaplin, Francisco Umbral o Antonio Saura, entre otros.