Esta es una época en que la utopía está secuestrada.2008

Joan Manuel Serrat: “Esta es una época en que la utopía está secuestrada”


A mediados de 1994, el cantautor catalán Joan Manuel Serrat (1943) -a casi treinta años de su debut- estaba a punto de iniciar una gira por Latinoamérica para presentar el disco “Nadie es perfecto”. En Málaga, poco tiempo antes de viajar, fue entrevistado por el periodista argentino Carlos Aznarez para la revista “Acción” nº 675, aparecida en Buenos Aires durante la primera quincena de octubre de 1994.

En esta gira de presentación de su nuevo disco se puede ver a chicos de veinte años confundirse con aquellos más veteranos, y pedir a gritos los ilustres poemas de Antonio Machado o de Miguel Hernández. ¿Cuáles son los motivos de esta permanencia?


¿Los motivos de esta permanencia? Creo que hay que buscarlos en que trato a la gente como si fueran mis amigos y en ese ida y vuelta de afecto también escucho sus voces cuando algo no funciona como debiera en las cosas de la vida.


Pero es evidente que los músicos tienen un lenguaje especial, que llega más directamente, sin preámbulos ni intermediarios.


Los músicos tenemos unas claves muy singulares, no sólo en cuanto a contenido, sino también en la utilización del lenguaje. Empleamos vocablos que la gente que no está en la historia no puede entender. Supongo que eso viene de que el mundo de los músicos tiene unas características determinadas y unas sociedades muy específicas. Todo esto lo hacemos para crear una barrera de protección delante de toda la agresión que pueda venir desde afuera. Porque en este mundo absolutamente puteado por todos los que son sistemas de consumo, por el mal trato de todos los ignorantes de saco y corbata que viven de la música, de alguna manera, los que queremos defender nuestra coherencia tenemos que actuar con la rigidez profesional necesaria para que no nos conviertan en un producto congelado.


¿No se cansa de dar tanta batalla?


No puedo cansarme de este individuo que soy, porque realmente no hay otro. En mi vida he tenido grandes cambios, momentos sumamente difíciles, pero han sido dificultades que no me han obligado a replantearme mi oficio sino la vida en su conjunto. Pero en esencia, hay unas constantes de las que uno no puede salir, sobre todo cuando uno ama su procedencia y sus raíces.

Con “Nadie es perfecto”, ¿trata de constatar una realidad o se disculpa por algo?

El título del disco es una evidencia. No tiene más vueltas que eso.

El neón apagó a la vela, el microchip manda sobre el ajo y la aldea está cada vez más atrás frente al bullicio histérico de las grandes ciudades. ¿Esto es vida?

Qué va. Este mundo, más confortable electrodomésticamente hablando, es, sin duda, mucho más inhóspito. Los vecinos no se conocen. Las familias no existen más que en esas células mínimas de “hombre-mujer-hijos”. Hay veces que me gustaría agarrar el confort y las posibilidades que hay en este momento y juntarlas con la manera de ser y el comportamiento de la gente de otras épocas. Antes se vivía en un mundo de miseria, con unos sueldos básicos de 52 pesetas.

Los subsidios por desempleo no existían. La violencia estatal estaba institucionalizada…

Bueno, pero a pesar de todo la gente caminaba por la calle a paso de hombre y se fijaba con atención si al que pasaba a su lado le ocurría algo, o simplemente lo saludaba.

¿Cuáles son los nuevos valores que rigen la sociedad actual?

Los ejes de la moral son el dinero y el poder, los que, obviamente, no me parecen los más recomendables. Debemos reconocer que estamos en una sociedad histérica, insolidaria, mezquina y cobarde. Hasta el punto que detesta la memoria y por ello esconde a los viejos y los considera seres superfluos que ya no cuentan porque no pueden gastar. Pero el ciudadano es poco dado a la autocrítica y sólo nos quejamos de las administraciones en vez de ir al fondo de lo que nos ocurre.

Con este panorama, ¿qué queda de las viejas utopías?

Esta es, sin duda, una época en que la utopía está secuestrada; como mínimo, ha tenido que huir al monte, perseguida muchas veces por los mismos que se criaron a sus rodillas y al no poder seguir su paso la traicionaron. Me irrita tanto travestismo y falta de lealtad a las ideas. Sí, creo en la necesidad de las utopías ya que éstas han hecho que las civilizaciones crezcan.

Estos últimos días lo ocurrido en Ruanda provocó un tembladeral entre los indiferentes y ahora todo el mundo habla de solidaridad. ¿Es creíble este mensaje?

No creo que sea para tanto. Lo que ocurre es que las cifras y el dramatismo venden: al poder sólo le interesa vender. La gente está siendo cooperante porque descubre que su ayuda es efectiva. Pero tropezamos con un poder que a su viejo e intolerante egoísmo ha sumado una estupidez aplastante, porque pretenden circunscribir el mundo a una quinta parte. Y el resto, es un gueto.

No se dan cuenta de que los fosos de cocodrilos sirven sólo a corto plazo, porque a la larga los excluidos acaban saltando. La misma miseria que permitan más allá del foso, nos invadirá, a no ser que adopten la táctica de la aniquilación directa.

¿Se siente frustrado por la infinidad de cosas que prometieron y no cumplieron los socialistas?

Mi punto de vista no ha cambiado sustancialmente: creo que este país se merece una sociedad más justa, solidaria y tolerante; o sea, profundizar más en la democracia. No me gustan muchas de las cosas que están pasando, pero claro, menos me gusta que por culpa de estos errores, y también por cierta indiferencia, se nos instale la derecha pura y dura dentro de poco.

Pero hay mucha gente joven que se siente desesperanzada por lo que han hecho algunos gobernantes autotitulados “progres”…

Y tienen razón. Pero más la tienen esos que nunca se cansan de navegar y que afirman que las banderas de las libertades se han de seguir enarbolando. Y en eso están muchos de las nuevas generaciones. Cuando hablan de que la gente joven en estos momentos tiene una actitud frívola hacia lo que ocurre, yo discrepo. Tienen una actitud comprometida a partir de unos hechos conquistados y que ellos tienen asumidos perfectamente, sin tener la necesidad del sacrificio para llegar a ello, lo cual me parece maravilloso.

Yo no deseo que mis hijos sufran lo que sufrieron mis padres para ganar la parcela de la libertad. Yo necesito que ellos sepan defender esta parcela, y eso sí que lo saben hacer.

Muchos guardan en su memoria la imagen de un Serrat rebelde, inconformista… ¿ahora Serrat se ha calmado?

Yo no soy una persona más tranquila. Lo que ocurre es que las cosas han ido cambiando, y hay otras maneras de expresar lo que antes decíamos con crispación. El éxito de la democracia es que los que antes prohibían, ahora pueden protestar. Es un gran triunfo para una sociedad. De esta manera, el trabajo de una persona que se dedica a la comunicación, a escribir, a cantar o a hacer radio, en estos momentos queda más liberado. Pero no por eso modifica su pensamiento.

Después de este último disco en castellano, ¿volverá a reencontrarse con la canción en catalán?

Yo quisiera explicar que hacer un disco en catalán o en castellano me cuesta el mismo esfuerzo. La diferencia es que en catalán gano muchísimo menos dinero. Este argumento tan banal puede hacer entender que lo que un hombre debe hacer es lo que esté de acuerdo con su conciencia. Si en la época del franquismo el cantar en catalán no sólo era una reivindicación de la lengua, sino también una lucha contra el sistema, en estos momentos sigue siendo, tan necesario o más, seguir estando donde uno debe estar.

Escucharlo decir sus opiniones o cantar su poesía sigue siendo una ceremonia de verdadero privilegio. Algo así como un rito necesario para seguir caminando por las calles de un lugar donde “se acabó la fiesta”.

Sigo teniendo las mismas fuerzas del principio para trasmitir mi poesía y hablar de lo importante que son las pequeñas cosas, y aquellas gigantescas como la libertad y la coherencia.

Le digo Latinoamérica. ¿Cuál es la respuesta?

Siempre afirmo que es hablar de mi segunda tierra, o que yo soy también un “sudaca” que suele transitar por Barcelona. Siempre recordaré, como una de las sensaciones más emocionantes de mi vida, aquella de mi retorno a Chile, con la democracia. La gente me saludaba en la calle y me decía simplemente: “gracias”. Y yo les decía lo mismo: “gracias a ustedes”. O esa vez que fui a Argentina, e hice la ronda con las Madres de Plaza de Mayo, o el día que canté en un estadio repleto y la gente aprovechaba mis versos para putear a los militares. Latinoamérica es mi lugar, tanto como el actual.

¿Y esa Cuba tan bloqueada como digna?

Curiosa forma de querer ayudar a un país a ampliar su libertad, bloqueándola, condenando al hambre a sus pobladores. Es esa brutal política del gobierno norteamericano lo que provoca desesperación, balseros y lo que ahora estamos viendo. Pero estoy convencido de que Cuba va a salir adelante, porque valoran la dignidad mejor que nadie en el mundo.