Texto por Waldemar Verdugo Fuentes.
Publicado en VOGUE.
-¿Cómo se definiría a sí mismo?
-Como un hombre que busca relatar historias a través de la música. Hago música para cantar historias lo más colectivas posibles. Soy partidario de la utopía, en el sentido de que creo que ningún modelo político actual corresponde a la perspectiva que de las necesidades tiene el mundo.
Cuando Antonio Machado, el hasta entonces semicallado poeta sevillano encuentra en Serrat la expresión musical que lo haría popular, en el año 1969, el cantante se internacionaliza y consagra una de las afirmaciones más contundentes de las posibilidades de la música popular: desmiente la escisión entre culturas elitista y popular, demostrando una vez más que el arte no es patrimonio de ciertas clases sociales, sino de todos. Sin embargo, Serrat es rechazado por algunos sectores ante su tenaz posición crítica, como cuando abiertamente se opuso a la confirmación de la pena de muerte para diversos activistas de su país.
-Soy un hombre que no finge, que no odia, no aprendí a hacerlo; en verdad sólo exteriorizo lo que siento cuando canto, y en mi vida no siempre he podido cantar donde he querido sino donde me dejan.
-¿Qué lo indujo a musicalizar al poeta Machado?
-Fue una consecuencia de mi profunda comunión con su poesía, con su imagen de maestro de escuela que nos ha dejado. A través de sus poemas descubrí la magia maravillosa de hacer sencillas las cosas más difíciles y, al mismo tiempo, tomar las cosas más sencillas y darles una dimensión.
donde hoy los bosques
se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar:
¡caminante no hay camino,
se hace camino al andar
golpe a golpe, verso a verso!”
-¿Qué no le gusta a Serrat?
-No me importa la gloria, te lo prometo, si para ir de su brazo se ha de sufrir; ni el más allá, con todo respeto, mientras me dejen seguir aquí; ni enseñar el culo cuando el guión lo exija; ni dar la cara aunque deje cicatriz; ni la muerte, si no corre prisa; ni cambiar para ser más feliz.
Joan Manuel Serrat conoce su negocio. Sin figurar como una superestrella a la manera de Julio Iglesias, sin tener que defender su canto ideológicamente como Silvio Rodríguez o a brazo partido como lo hizo Víctor Jara, Serrat ha cuidado a su manera a un público, ya acostumbrado a recibir un disco suyo cada dos años, y ganándose a los jóvenes que se sientan a escuchar sus letras. Su música ha evolucionado con su pensamiento; dejó atrás el pelo largo y la barba, su aspecto es el de un hombre joven de cuarenta y tantos, padre de familia, que ha madurado su música con cierta dosis de ironía que no suena mal, muy por el contrario. Nos dice:
Del trovador de Provenza a nuestro trovador actual, distan siglos de una herencia poético-musical enmarcada por cada época y con un sello específico, el que le ha tocado vivir, y a su manera lo ha transmitido convitiéndose en un acontecimiento artístico y cultural; herencia trovadoresca que se manifestó plenamente en el surgimiento de la Nueva Canción Catalana, que incorporó la canción de lucha ideológica al repertorio habitual de la canción urbana, que había nacido en Barcelona, y en cuyo contexto Serrat es el artista por excelencia, con su música tan accesible que le creó una base auténticamente popular. Por eso su canto es sencillo, porque no tiene que decir más que lo que dicen los demás, porque la poesía, al decir de Lorca, “es algo que anda por la calle”.
-¿Se opuso su familia cuando decidió dejar todo por la música?
-No se opusieron porque vieron que yo había descubierto algo que me interesaba más que nada en la vida, aunque aprobaron mi decisión más por cariño que por convencimiento. Yo había reflexionado mucho, y llegué a la conclusión de que el trabajo y la canción son dos mundos en sí completamente distintos, pero se trata igual de un oficio. Siempre he tenido la convicción de que el único hombre que triunfa en su trabajo es el auténtico profesional, el que pone toda su energía en lo que realiza, sea lo que sea; en tanto que el amateur todo lo que puede llegar a ser, es a perfecto amargado”.
Es característica en la temática que aborda Serrat una franca inclinación al humanismo, y quizás es lo que lo ha preservado como artista y lo proyectará más allá de nosotros, pues si bien está comprometido con el proletariado, del cual salió “orgullosamente humilde”, más bien su música es para todo aquél que hable nuestro idioma. Quizás su excesivo celo al expresarse acerca de algunas ideas o acontecimientos históricos de nuestros países latinoamericanos, le ha acercado a varios públicos, pues la imagen que Serrat se ha creado entre los seguidores de su música en los países latinos, está asociada a los hechos de 1968, Tlaltelolco, Barcelona, el gobierno de Salvador Allende, a los que se leían en Lukács, Brecht, Gramsci, el Che Guevara y los asilados de tanto “ismo”…La música que hace Serrat no es sólo la de su íntima creación, si no también la motivada por la poesía de escritores como Miguel Hernández, a quien pone música e interpreta, observando alrededor suyo cuando canta, emocionándose y sufriendo como propio lo que otro escribió:
para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad, siento más corazones
que arenas en mi pecho;
dan espumas mis venas
y entro en los hospitales, y entro en
los algodones como en las azucenas.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas
crezcan en la carne tallada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño,
reliquias de mi cuerpo que pierdo en
cada herida, porque soy como el árbol tallado, que retoña,
aún tengo la vida, aún tengo la vida…”
-¿Qué ha conservado Serrat desde sus inicios?
-Conservo una cierta certeza, la certidumbre de que mucho de todo ésto es eventual, que en cierta medida es efímero. Y este convencimiento me mueve a sentirme permanentemente sorprendido, y agradecido por todo lo que me ha sucedido. Porque el que la gente quisiera escucharme desde un principio, y me animase tanto para continuar, me ha permitido vivir una serie de acontecimientos de todos colores por los que no puedo más que dar las gracias”.
Maravillándose ante un mundo en constante cambio, escribiría sus primeras canciones dotadas no sólo de espíritu poético, sino además inflamadas de crítica, que cada vez más, se irán clocando por encima de intereses y apuntando al sano, auténtico compromiso con el hombre como hombre mismo:
y nos pilló la noche conversando
de atardeceres y soledades,
de andar y andar buscando verdades
para encontrar siempre otra pregunta,
ir y venir y no llegar nunca…”
todo su cuerpo me tembló en los brazos,
nos sonreía la luna de marzo.
Bajo la lluvia bailamos un vals,
un dos tres, un dos tres, todo daba igual,
y yo le hablaba de nuestro futuro
y ella lloraba en silencio, os lo juro…”
me iré despacio un amanecer
que el sol vendrá a buscarme temprano
me iré desnudo como llegué,
lo que me diste cabe en mi mano.
Mientras tú duermes deshilaré
en tuyo y mío lo que fue nuestro
y a golpes de uña en la pared
dejaré escrito mi último verso…”
-¿Cómo se ubica en relación a otros cantantes hispanoamericanos que cultivan un estilo similar al suyo?
-Cada uno de ellos tiene su forma de decir, pero nunca aisladamente, ya que nada es aislado; creo que nadie es algo por sí mismo, sino por la gente que ha tenido al lado, por lo que ha vivido, por los caminos que ha seguido, por los fracasos y las experiencias sufridas, aunque he leído que la experiencia es como un peine que te dan cuando has quedado calvo…pero creo bastante en ella, porque mi vida ha sido según por dónde han ido las circunstancias que me rodean, y ellas me han enseñado cosas, me han civilizado, me han hecho coherente con las cosas que suceden a mi alrededor, y sobretodo me han hecho solidario.
-¿Ha sido muy distinta su vida a cómo usted la imaginó?
-Sí. Mi vida actual es muy diferente a la que yo podría pensar cuando tenía 19 años. En la canción me inicié por puro accidente, cuando empecé a tocar la guitarra, luego empecé a escribir algunas cosas que a nadie le interesaban, así es que comencé a cantarlas yo mismo, como se puede cantar cualquier cosa, y mis amigos comenzaron a animarme para que intentara grabarlas. Uno de los compañeros del grupo “Los Atila” me llevó a Edigsa (su casa grabadora en Cataluña), en donde grabé mi primer disco que incluía cuatro canciones en catalán: “La muerte del abuelo”, “Una guitarra”, “Ella me deja” y “El pañuelo”; el disco apenas se vendió. El segundo disco que grabé fue con dos canciones: “”La tía soltera” y “Ahora que tengo veinte años”, y pegué un garrotazo en forma inesperada; a partir de ahí todo fue una serie de acontecimientos que, en todo caso, han sido mucho mejores de lo que soñaba en mi juventud.
-¿Cómo ve su futuro Serrat?
-No me lo he planteado; normalmente voy haciendo las cosas simplemente, voy creando mi música en la medida en que me voy sintiendo a gusto. Nunca he sido un hombre de grandes metas ni he intentado buscar un objetivo concreto. Sólo deseo andar dinámicamente por la vida, andar dinámicamente y no perder el ritmo que me permita decir que soy un hombre de convicciones, y además fiel a ellas”.