Escuchando a “Manuel” Serrat.2012




Biel Mamen
 Un amigo de juventud del Nano evoca los viejos tiempos escuchando “MÔ”.


Serrat químicamente puro, fiel a sí mismo, trovador, poeta popular, compositor inspirado, todo esto es este Mô que el Noi del Poble Sec -a dos pasos de El Molino, en un Paralelo de los años sesenta del siglo XX- me canta ahora mismo.

Serrat es una voz: una voz con un timbre lleno de hechizos, con unos armónicos que entruducen en las historias de amor, de alegría, de lucha, de rememoración, de cotidianidad.

Serrat es un romancero de puertos y de islas, de historias canallas y de historias de amor, es un encantador con palabras hechas de sentimientos y de pasiones, de propiedades y de ternuras.

«La puta sale / maquillada de luna con una sonrisa / en la resaca de un mar viejo, grueso. / Qué mal tiempo los sábados por la noche / Y cuántos mercantes con mala mar los ojos / siempre buscando el mismo puerto de asilo. / Pobre de ti si los ojos de tu amor / nunca has visto la sonrisa de una puta. “Toda una declaración de principios de aquel amigo que conocí el curso de 1965 a 66 en las aulas bellas y sabias de la Universidad de Barcelona cuando ambos estudiábamos Biológicas y él empezaba a cantar. Desde un principio hubo complicidad.

Él me cantaba sus primeras canciones (El pañuelo, Palabras de amor, La muerte del abuelo, Bajo un cerezo en flor, etc.) Y yo descubría el mundo excitante de los Setze Jutges, del Grupo Folk, del Club 49 y todos sus intérpretes de aquella primera hora desde la Motta a  Llach pasando por Ovidi, Guillem d’Efak, Raimon, el Pi de la Serra.Recuerdo que acompañaba Manuel (este era el nombre de amistad) a los primeros recitales que se hacían en aulas de las facultades con un éxito multitudinario.

Recitales llenos de mítines antifranquistas por los que no pedíamos permisos y que muchas veces acababan cuando teníamos que huir corriendo porque llegaban los policias y aquello era una “reunión no autorizada” que nos podía llevar al talego de Vía Laietana donde reinaba el comisario Crece ( “Crece, crece sin embargo no te reproduzcas”, le dijo el poeta Joan Oliver, Pere Quart, al comisario terrible cuando lo detuvieron en la Caputxinada, aquel luchador acto fundacional del Sindicato Democrático de Estudiantes de la Universidad de Barcelona).Recuerdo que muchas veces a acabábamos a aquel pisito diminuto de la familia Serrat del número 95 de la calle Poeta Cabanyes del Poble Sec y su madre nos hacía unos almuerzos de chuparse los dedos: era una mujer fuerte que había emigrado de Aragón y se había casado con un obrero barcelonés, una verdadera matriarca tiernísima (Me viene a la oreja la Canción de Cuna: qué gran tema dedicado a la Virgen con toda el alma: «Y yo que me dormía en tus brazos / con la boca pegada a tu pecho / el amor de un hombre nos había unido / aquella mañana de invierno en que nací / el rumor de aquel tiempo / el viento ya la arrastra / cuando quitabas el pan / para darme mantequilla. ») que había hecho todo tipo de trabajo para que su hijo estudiara y que veía lo del cantar como una magnífica distracción que no la había de distraer de la carrera.

Pobres niños de familia humilde estudiando una carrera, luchando en todas las trincheras contra la dictadura y creando canciones y poemas con toda la fuerza de sus dieciocho años!

Pasan las canciones de Mô como melodías de un Serrat que aunque se ha hecho mayor no ha perdido aquellos perfumes de lluvias, de tactos, de sábanas, de paisajes que se introducen por las coloraciones de una voz que mientras nos da gusto nos hace compañía y nos da compañerismo.

Fuente: Vilaweb.cat