De Marisol y Lolita a Candela Tiffón: las palabras de amor de Serrat a las mujeres



José Madrid 


“Buscando terciopelo en la mirada y abrazarse contra la almohada… con un amor de contrabando pasas la vida debutando…”. Así cantaba al amor primerizo e inexperto uno de los Premios Ondas de este año, Joan Manuel Serrat, esa figura imprescindible de la canción de autor española, cuya vida privada no ha consistido precisamente en la de un debut amoroso continuado, sino en un matrimonio estable y consolidado. El ‘Nano’ siempre supo separar de una carrera que, con exilio incluido, letras brillantes y actuaciones históricas, ya está por encima del bien y del mal. Previo a la estabilidad, su historial amoroso fue bastante abultado hasta llegar a los 34 años, momento en el que se casó con Candela Tiffón ante la expectación de muchos medios de comunicación.

Antes de la llegada de ese íntimo momento nupcial, Serrat mantuvo romances con artistas bien conocidas como Marisol y Lolita Flores. La primera pasó por su vida de forma fugaz e incluso llegó a cantar una de sus canciones Tu nombre me sabe a hierba pero como muchos de los amores de Pepa Flores, aquello no duró para siempre. Lo de Lolita también tuvo lugar en la década de los 70 y la propia Maruja Torres lo describió en uno de sus artículos como un “amor platónico y sin esperanza” por parte de la hija de La Faraona.
 
En una de las pocas ocasiones en las que el catalán habló de su vida personal, que sólo se trasluce a través de sus Penélope, sus Mediterráneos o sus Paraules de amor, aseguró que era cierto que había tenido “la suerte” de enamorarse de “infinidad de mujeres estupendas que me han tratado a mí mucho mejor que yo a ellas”. Se vio obligado a hacerlo cuando la prensa prestó demasiada atención al momento de su boda con Candela, a la que había conocido a la vuelta de su exilio, ese amargo episodio de una vida caracterizada por el compromiso político.


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El cantante junto a su mujer, Candela Tiffon, hace unos años (Gtres)

Un enlace de carácter privado

Corría el año 1979 y, en pleno invierno, la noticia del enlace del cantautor sorprendió a todo el mundo. Después de todo, Serrat había sido un conquistador nato desde bien joven. La revista Lecturas se hacía eco de la boda civil de Serrat con una joven de 20 que, según sus propias palabras, le había “flechado”. Se celebró en un juzgado cercano a Campodrón, localidad por la que pulularon no pocos periodistas a la caza y captura de alguna fotografía de los novios. Sin embargo, Lecturas tuvo que lanzar su revista con una portada que llevaba a confusión: en la fotografía se podía ver al cantante ante el altar, pero no se trataba de su boda real sino del fotograma de la película Mi profesora particular, en la que contraía matrimonio con Analía Gadé.


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Junto a Candela Tiffon en 2005 (Gtres)

Se dijo entonces que había vendido la exclusiva por un millón de las antiguas pesetas o que la celeridad a la hora de firmar el acta nupcial se debía a que ella estaba embarazada. Jamás se confirmó ninguno de los dos extremos. Tal fue la expectación que se creó alrededor del matrimonio que el propio Serrat tuvo que salir al paso en alguna ocasión para aclarar las cosas, según cuenta la página xjmserrat.com: “¿Qué importa el día? La única verdad es que esta señora y yo ya somos marido y mujer”, dijo entonces.

“La boda tuvo lugar en un juzgado y se realizó sólo por lo civil (…) Era algo muy nuestro, algo que nos pertenecía y no era cuestión de pregonarlo”. Candela también se pronunció en alguna ocasión, asegurando que estaba encantada con ser la compañera sentimental del ‘Nano’ porque hay que “conocerlo en toda su plenitud para saber cómo es”.

En estos 35 años ninguno de los dos ha ido un paso más allá de la discreción, siendo comedidos incluso a la hora de encarar la carrera como actriz de su hija, también llamada Candela, que debutó a los 25 años, en 2011, con la obra La alegría de vivir. Serrat acudió al estreno y apoyó a su hija posando ante los medios gráficos, pero jamás dijo una palabra de más sobre la profesión que había elegido. Es su forma lógica de proceder. Tras una carrera de cincuenta años y un matrimonio de treinta y cinco, a sus casi 71 de edad sigue guardándose sus debuts en el amor para sí mismo. Aquellas depositarias de sus ‘palabras de amor’ han hecho lo propio.