Decir Serrat. Diego Olivera




"Llegue a madurar un pensamiento propio por lo vivido durante las dictaduras militares pero también por lo que se vivía en casa, por la música que sonaba... Yo, por ejemplo, lo vengo escuchando a Joan Manuel) Serrat desde el long play".

"Tanto es asi que hoy lo recreo, casi en un mini show acústico, para sorpresa de la moza. No fue más de un minuto, pero la magia estiró los tiempos en el fondo de un bar de Palermo".

"Todo lo que canta es de una verdad, de una claridad... Mirá, yo era tan fanático, que una vez, cuando estaba grabando Montaña rusa, él dio un show en Canal 13 e hice lo imposible para verlo. Como se iba a hacer ese especial, a la tarde suspendieron las grabaciones y sólo dejaban entrar a los gerentes y a los amigos de los gerentes".

"Como sabían de mi fanatismo, me dejaron pasar. Y morí. Cuando terminó, fui al camarín a buscar mis cosas. Le pido la llave -relata, con un cambio necesario de tiempo narrativo- a una de las chicas de producción y le canto 'Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio'. Y escucho que de atrás un tipo me dice 'Haber sabido que tenía este doble ni venía'. Era Serrat, ¿entendés? Giré, lo vi y me quedé mudo. No me salía nada. Después sólo atiné a darle la mano y decirle 'muy bueno su recital'. Un tarado atómico".

Referente sólido de sus distintos tiempos, el Nano ahora ocupa buena parte de su celular (tiene archivados, tal vez, más de 20 discos completos), junto a temas de Paco Ibáñez, canciones que, si no se saben, dan pena de ser tarareadas. Y en el camarín que ocupa como protagonista de Herencia de amor (a las 15, por Telefé) suele tener como cortina de fondo las estrofas de Pueblo blanco y Retrato, en la voz de Serrat, quién si no.

Diego Olivera. Actor argentino.