Entrevista a Chiche Aisemberg (antiguo representante de Serrat)
Una entrevista con quien fuera representante de Joan Manuel en Argentina, durante muchos años. Chiche falleció en 2006.
Revista Estrategas 1984.
Chiche Aisemberg dice que hasta hace poco la actividad cultural de Buenos Aires podía compararse con la de Broadway. Pero que ahora, los artistas extranjeros que llegan deben resignarse a ganar menos. Representante de Joan Manuel Serrat, Aisemberg tiene un sueño pendiente: producir un espectáculo con Barbra Streissand.
- ¿Quién es Chiche Aisemberg?- Un hijo de la clase media, que a los 26 años tuvo que optar entre seguir trabajando con hilados o hacer lo que me interesaba, que era teatro. Entonces hice muchos esfuerzos para fundirme con la empresa de hilados…y lo conseguí.
- Estuvo 14 años con Les Luthiers, ¿se hicieron famosos gracias a usted.
- No, ya eran conocidos, pero todavía no habían tomado envión empresarial. Conmigo el grupo creció mucho y se proyectó internacionalmente.
- ¿Tuvo problemas con ellos?
– No. Yo me fui de Les Luthiers por algunas divergencias, podríamos decir ideológicas, pero no peleas.
- ¿Ideológicas?
– Criterios de negocios, artísticos. En realidad yo me cansé de estar muchos años en un lugar. En un trabajo como el mío lo que más divierte es la creatividad, la permanente invención. Yo a partir de allí salgo de Les Luthiers y empiezo a ser manager internacional para Latinoamérica de Marcel Marceau, Montserrat Caballé, José Sacristán, Charo López, Paco de Lucía. Ahora soy el manager de Joan Manuel Serrat en la Argentina y países aledaños, de Paco de Lucía y sigo produciendo teatro, con obras como Confesiones de mujeres de 30 que es un éxito muy importante.
- ¿Es mejor ser representante o productor?
– Bueno, el productor gana o pierde. El representante es simplemente un intermediario entre el artista y el productor o entre el artista y la agencia de publicidad.
- ¿Cuál fue su mayor pérdida en el negocio?
– Me da mucha vergüenza decirlo, pero jamás perdí.
- ¿Vergüenza?
– Ocurre, que dicen que es bueno perder de vez en cuando…
- ¿Nunca hizo una inversión y le fue mal?
– No.
- ¿Qué tal si le toca representar a alguien que es un tronco total?
– Pueden pasar dos cosas. Primero, yo creo que es muy difícil que un tronco me venga a buscar; y segundo, si el tronco me resulta divertido procuraré que modifique ciertas cosas y le guste a la gente. Con una gran promoción trataremos que el tronco sea una maravilla.
- ¿Es decir que nunca le tocó bailar con la más fea?
– No, hasta ahora no. Me llaman muchos desconocidos pero… primero que tengo mi tiempo muy ocupado y cuando digo tengo mi tiempo ocupado, no es solamente en el trabajo. A mí me lleva mucho tiempo mi mujer, mi casa, mi familia, mis amigos.
- ¿No es un típico adicto al trabajo?
– Hoy no, lo fui durante muchos años.
- Me sigue llamando la atención que no haya tenido traspiés.
– Por eso me da vergüenza decirlo. Alguna vez creo que empaté. A veces, algún colega me dice: cuando te pegas una piña es bueno, porque uno hace un aprendizaje. Yo digo que sí, pero… En cada producción yo trabajo con pánico, porque siempre pienso “ahora viene el palazo”.
- ¿Dónde invierte su dinero, en espectáculos o en la Bolsa?
– No, la única bolsa que conozco es la del supermercado. No tengo mayores inversiones, tengo dinero ahorrado. Invierto en viajes.
- Pero no en espectáculos faraónicos.
– No. No creo en ellos. No me interesan. En algún momento sí me interesó. De repente cuando hice Un día muy particular implicaba hacer una película en un escenario. Y para aquella época una obra de teatro que costara unos 200.000 dólares era algo faraónico. Hace 14 años atrás. Pero hoy por hoy esas cosas no me interesan. Me importa el espectáculo íntimo, donde hay mucho contacto entre el artista y el espectador.
-Tipo los recitales de Serrat.
– Eso puede ser masivo y es íntimo. Con Serrat hemos llegado a congregar 220.000 personas en la Plaza del Congreso, pero sin embargo gozaba de una gran intimidad. Eso es lo que él genera.
- ¿Se pelea con Joan Manuel?
– A veces, pero por dinero jamás. Nunca hemos firmado un contrato, no hay un papel de por medio.
- ¿Confió en usted así porque sí?
– Eramos amigos antes de empezar a trabajar, pero no sé, nunca hubo un papel.
- ¿Usted cree que Serrat le debe bastante?
– No, de ninguna manera. Absolutamente nada. Yo creo que él a la única que le debe algo es a la madre que lo parió, porque lo dotó de un talento maravilloso. Y también a su padre que es un hombre muy importante, que lo inspiró mucho. Al contrario, yo le debo a él por aprender a su lado, por ser su productor, por tener el honor de representarlo en nuestro país.
- ¿Si él se fuera, desaparece su canasta de los huevos de oro?
– No, para nada.
- Y hablando de oro, ¿usted cree que para los artistas extranjeros la Argentina actual es una mina de oro?
– Hoy ya no. Hace unos años se ganaba bastante dinero. Pero ahora, el hecho de que un cantante cobre mucho por una actuación no significa que sea una mina de oro, porque la Argentina es limitada en cuanto a la cantidad de gente que va a un espectáculo. Se pueden llenar dos estadios de River, pero no diez estadios.
- Usted dijo que no tiene firmado ningún papel con Serrat, supongo que con los demás sí.
– No. Mi empresa es una de las más viejas. Yo tengo 30 años en el espectáculo. Y estoy pensando, porque no le quiero mentir, pero el único contrato que firmé fue con Montserrat Caballé.
- ¿Los artistas lo buscan a usted o usted a ellos?
– Ha pasado de las dos maneras.
- ¿Cómo se lleva con sus competidores?
– Aquí, empresas importantes hay seis o siete.
- ¿Hay celos?
– Celos… Yo en una época era celoso. Ahora no. Hoy soy celoso del que tiene más tiempo libre que yo, para pasear.
- ¿Hoy por hoy a quién le gustaría representar?
– Siempre a la misma persona: Barbra Streissand. En realidad, me gustaría producirla. Pero ella no toma aviones para venir a Sud América.
- Supongamos que ella dice sí, ¿qué significaría producirla?
– Son inversiones increíbles, pero sin riesgo. Yo estoy seguro de que un año antes están vendidas las entradas.
- ¿Por un millón de dólares representaría a una persona que no quiere?
– No. No lo hago. Jamás produje algo que no quería.
- Usted trajo a Serrat cuando todavía gobernaba la dictadura, ¿tuvo problemas?
– Bueno, fui amenazado. Pero como eran los últimos meses del gobierno militar, zafé. Fue un riesgo enorme; el ministro del Interior era el general Reston y no sabíamos muy bien qué iba a suceder.
- ¿Es negocio descubrir nuevos valores?
– Sí. Tal vez sea uno de los pocos negocios que quedan en el espectáculo y de los más interesantes. Pero es muy difícil.
- Perdone que insista: ¿está seguro que para un artista extranjero la Argentina no es la canasta de los huevos de oro?
– Hay excepciones, como el mago Copperfield. Pero recuerde que hace cinco años Buenos Aires parecía Broadway. La gente pagaba entradas de 130 dólares. Ahora hay otra situación. En ese momento con Serrat hubiera hecho 25 funciones, hoy no.
- Siempre supuse que hacer menos funciones era una táctica para generar mayor expectativa.
– En el caso de Serrat, perdone la omnipotencia, estamos más allá del bien y del mal. Por él sienten idolatría desde chicos de 6 años hasta señores de 80. Entonces no hace falta nada, ni táctica, ni publicidad. Usted en el teatro pone un cartelito y ya está. Yo no puedo incluirlo a Serrat en el común de los artistas. Lo que digo es que Buenos Aires, para el artista extranjero, ya no es un gran negocio, aunque sigue siendo importante dentro de Latinoamérica.
- ¿No tiene miedo de que su esposa se enamore de Serrat?
– Le voy a decir la verdad: ya está enamorada.
Revista Estrategas 1984.
Chiche Aisemberg dice que hasta hace poco la actividad cultural de Buenos Aires podía compararse con la de Broadway. Pero que ahora, los artistas extranjeros que llegan deben resignarse a ganar menos. Representante de Joan Manuel Serrat, Aisemberg tiene un sueño pendiente: producir un espectáculo con Barbra Streissand.
- ¿Quién es Chiche Aisemberg?- Un hijo de la clase media, que a los 26 años tuvo que optar entre seguir trabajando con hilados o hacer lo que me interesaba, que era teatro. Entonces hice muchos esfuerzos para fundirme con la empresa de hilados…y lo conseguí.
- Estuvo 14 años con Les Luthiers, ¿se hicieron famosos gracias a usted.
- No, ya eran conocidos, pero todavía no habían tomado envión empresarial. Conmigo el grupo creció mucho y se proyectó internacionalmente.
- ¿Tuvo problemas con ellos?
– No. Yo me fui de Les Luthiers por algunas divergencias, podríamos decir ideológicas, pero no peleas.
- ¿Ideológicas?
– Criterios de negocios, artísticos. En realidad yo me cansé de estar muchos años en un lugar. En un trabajo como el mío lo que más divierte es la creatividad, la permanente invención. Yo a partir de allí salgo de Les Luthiers y empiezo a ser manager internacional para Latinoamérica de Marcel Marceau, Montserrat Caballé, José Sacristán, Charo López, Paco de Lucía. Ahora soy el manager de Joan Manuel Serrat en la Argentina y países aledaños, de Paco de Lucía y sigo produciendo teatro, con obras como Confesiones de mujeres de 30 que es un éxito muy importante.
- ¿Es mejor ser representante o productor?
– Bueno, el productor gana o pierde. El representante es simplemente un intermediario entre el artista y el productor o entre el artista y la agencia de publicidad.
- ¿Cuál fue su mayor pérdida en el negocio?
– Me da mucha vergüenza decirlo, pero jamás perdí.
- ¿Vergüenza?
– Ocurre, que dicen que es bueno perder de vez en cuando…
- ¿Nunca hizo una inversión y le fue mal?
– No.
- ¿Qué tal si le toca representar a alguien que es un tronco total?
– Pueden pasar dos cosas. Primero, yo creo que es muy difícil que un tronco me venga a buscar; y segundo, si el tronco me resulta divertido procuraré que modifique ciertas cosas y le guste a la gente. Con una gran promoción trataremos que el tronco sea una maravilla.
- ¿Es decir que nunca le tocó bailar con la más fea?
– No, hasta ahora no. Me llaman muchos desconocidos pero… primero que tengo mi tiempo muy ocupado y cuando digo tengo mi tiempo ocupado, no es solamente en el trabajo. A mí me lleva mucho tiempo mi mujer, mi casa, mi familia, mis amigos.
- ¿No es un típico adicto al trabajo?
– Hoy no, lo fui durante muchos años.
- Me sigue llamando la atención que no haya tenido traspiés.
– Por eso me da vergüenza decirlo. Alguna vez creo que empaté. A veces, algún colega me dice: cuando te pegas una piña es bueno, porque uno hace un aprendizaje. Yo digo que sí, pero… En cada producción yo trabajo con pánico, porque siempre pienso “ahora viene el palazo”.
- ¿Dónde invierte su dinero, en espectáculos o en la Bolsa?
– No, la única bolsa que conozco es la del supermercado. No tengo mayores inversiones, tengo dinero ahorrado. Invierto en viajes.
- Pero no en espectáculos faraónicos.
– No. No creo en ellos. No me interesan. En algún momento sí me interesó. De repente cuando hice Un día muy particular implicaba hacer una película en un escenario. Y para aquella época una obra de teatro que costara unos 200.000 dólares era algo faraónico. Hace 14 años atrás. Pero hoy por hoy esas cosas no me interesan. Me importa el espectáculo íntimo, donde hay mucho contacto entre el artista y el espectador.
-Tipo los recitales de Serrat.
– Eso puede ser masivo y es íntimo. Con Serrat hemos llegado a congregar 220.000 personas en la Plaza del Congreso, pero sin embargo gozaba de una gran intimidad. Eso es lo que él genera.
- ¿Se pelea con Joan Manuel?
– A veces, pero por dinero jamás. Nunca hemos firmado un contrato, no hay un papel de por medio.
- ¿Confió en usted así porque sí?
– Eramos amigos antes de empezar a trabajar, pero no sé, nunca hubo un papel.
- ¿Usted cree que Serrat le debe bastante?
– No, de ninguna manera. Absolutamente nada. Yo creo que él a la única que le debe algo es a la madre que lo parió, porque lo dotó de un talento maravilloso. Y también a su padre que es un hombre muy importante, que lo inspiró mucho. Al contrario, yo le debo a él por aprender a su lado, por ser su productor, por tener el honor de representarlo en nuestro país.
- ¿Si él se fuera, desaparece su canasta de los huevos de oro?
– No, para nada.
- Y hablando de oro, ¿usted cree que para los artistas extranjeros la Argentina actual es una mina de oro?
– Hoy ya no. Hace unos años se ganaba bastante dinero. Pero ahora, el hecho de que un cantante cobre mucho por una actuación no significa que sea una mina de oro, porque la Argentina es limitada en cuanto a la cantidad de gente que va a un espectáculo. Se pueden llenar dos estadios de River, pero no diez estadios.
- Usted dijo que no tiene firmado ningún papel con Serrat, supongo que con los demás sí.
– No. Mi empresa es una de las más viejas. Yo tengo 30 años en el espectáculo. Y estoy pensando, porque no le quiero mentir, pero el único contrato que firmé fue con Montserrat Caballé.
- ¿Los artistas lo buscan a usted o usted a ellos?
– Ha pasado de las dos maneras.
- ¿Cómo se lleva con sus competidores?
– Aquí, empresas importantes hay seis o siete.
- ¿Hay celos?
– Celos… Yo en una época era celoso. Ahora no. Hoy soy celoso del que tiene más tiempo libre que yo, para pasear.
- ¿Hoy por hoy a quién le gustaría representar?
– Siempre a la misma persona: Barbra Streissand. En realidad, me gustaría producirla. Pero ella no toma aviones para venir a Sud América.
- Supongamos que ella dice sí, ¿qué significaría producirla?
– Son inversiones increíbles, pero sin riesgo. Yo estoy seguro de que un año antes están vendidas las entradas.
- ¿Por un millón de dólares representaría a una persona que no quiere?
– No. No lo hago. Jamás produje algo que no quería.
- Usted trajo a Serrat cuando todavía gobernaba la dictadura, ¿tuvo problemas?
– Bueno, fui amenazado. Pero como eran los últimos meses del gobierno militar, zafé. Fue un riesgo enorme; el ministro del Interior era el general Reston y no sabíamos muy bien qué iba a suceder.
- ¿Es negocio descubrir nuevos valores?
– Sí. Tal vez sea uno de los pocos negocios que quedan en el espectáculo y de los más interesantes. Pero es muy difícil.
- Perdone que insista: ¿está seguro que para un artista extranjero la Argentina no es la canasta de los huevos de oro?
– Hay excepciones, como el mago Copperfield. Pero recuerde que hace cinco años Buenos Aires parecía Broadway. La gente pagaba entradas de 130 dólares. Ahora hay otra situación. En ese momento con Serrat hubiera hecho 25 funciones, hoy no.
- Siempre supuse que hacer menos funciones era una táctica para generar mayor expectativa.
– En el caso de Serrat, perdone la omnipotencia, estamos más allá del bien y del mal. Por él sienten idolatría desde chicos de 6 años hasta señores de 80. Entonces no hace falta nada, ni táctica, ni publicidad. Usted en el teatro pone un cartelito y ya está. Yo no puedo incluirlo a Serrat en el común de los artistas. Lo que digo es que Buenos Aires, para el artista extranjero, ya no es un gran negocio, aunque sigue siendo importante dentro de Latinoamérica.
- ¿No tiene miedo de que su esposa se enamore de Serrat?
– Le voy a decir la verdad: ya está enamorada.