Los padres de Serrat




Fotos de sus padres

Video Cançó de bressol

Riviére Margarita. 
“Serrat y su época. Biografía de una generación”
Madrid : Aguilar, 1998.

Fragmento del libro:
Parte I: Orígenes
Año de gracia de 1943

“(…) España sobrevivía, exhausta, en pleno racionamiento a una implacable posguerra propia en la que todo, empezando por las buenas intenciones, escaseaba. El bochorno de haber sido un pueblo empeñado en aniquilarse cruelmente había dejado a los supervivientes tristes y cabizbajos. El silencio era norma: más le vale a uno callar, era la gran enseñanza de siglos de historia que los niños de aquella dura etapa mamaban desde la cuna. Sólo callando, sumergidos en la quietud y el silencio de los cementerios, la vida podía llegar a ser soportable. (…)


En este tiempo de zozobra, Ángeles Teresa, un ama de casa aragonesa de clase obrera casada Josep Serrat, un lampista catalán de la Catalana de Gas, vecinos ambos de la pequeña calle de Poeta Cabanyes, en el Poble Sec, daba a luz a un niño al que pusieron Joan Manuel. El parto fue en La Alianza, que era un hospital modernista de aspecto y realidad decadente, en donde los menestrales y los venidos a menos trataban de esconder sus horas dolorosas. Y un parto, para una mujer y quién sabe si también para los que nacen, siempre es un dolor y por ello un supremo acto de amor y de fe en el futuro. 
Aunque, entonces, no se hablaba de sexo, las mujeres no sabían lo que era el orgasmo y los matrimonios tenían los hijos que Dios les enviaba, ni uno más ni uno menos. El niño nació sano el 27 de diciembre de 194. Y en 1967, cuando cumplió veinticuatro años, hacía referencia a cómo, dónde, de quién y en qué bando de aquella Barcelona y aquella España de buenos y malos nació:

Y yo que me dormía entre tus brazos
con la boca enganchada a tu pecho.
El amor de un hombre ya nos había unido
antes de aquella mañana de invierno en que nací.
El viento no se lleva el recuerdo de ese tiempo:
cuando ahorrabas en pan para darme mantequilla.
Por la mañana rocío
al mediodía calor,
por la tarde los mosquitos:
no quiero ser labrador.
Canción de cuna que entonces ya me hablaba
de mi abuelo que duerme en el fondo de un barranco,
de n camino lleno de polvo, de un cementerio blanco,
y de campos de uvas, de trigo y de olivos.
De una virgen en una cumbre, de caminos y atajos,
de todos tus hermanos que murieron en la guerra.
Eres hija del viento seco y de una tierra árida.
De una tierra que nunca has podido olvidar
pese al largo camino que te hicieron andar
tus hermanos de sangre, tus hermanos de lengua (…)

Ángeles nunca hubiera imaginado que un día ella, esa muchacha aragonesa, hija del viento seco y de una tierra árida, estaría en esta bella copla en catalán que se llamó Cançó de bressol (Canción de Cuna). Y no pudo nunca imaginar que esa canción iba a estar entre las colecciones de discos de tontos burgueses cuyos abuelos también podían haber muerto de mala manera en la guerra: en la posguerra todos los que no eran falangistas o estraperlistas pasaron lo suyo.

El padre de Ángeles, Manuel, cuya foto hoy ocupa la mesa del despacho de Joan Manuel, fue uno de los 32 miembros de esa familia qe la guerra civil se llevó al fondo de un barranco y al olvido, pero que siguen viviendo en esa canción de cuna que describe una España de rocío, calor, mosquitos, polvo, trigo, olivos, vides y cementerios blancos. 

Una España en la que habitaban, como en esta canción, lenguas diversas, emigrantes interiores, exiliados forzosos y gentes de identidad escindida. Una España desgarrada entre los buenos y los malos, entre los que tenían la suerte a favor y los que la tenían en contra. (…)”