La Boda de Serrat

Portada de la revista Lecturas llamando a confusión, pues se trata de una boda falsa que se dió en la pelicula "Mi profesora particular", protagonizada por Analia Gadé y Serrat.

En invierno de 1979 el cantante sorprendió a todas sus fans y admiradoras casándose en secreto con Candela, la muchacha de veinte años que, según sus propias palabras, «le había flechado».

Muchos dudaban de la continuidad del matrimonio, pero pronto se convencieron de que la felicidad que sentían era duradera.

El nacimiento de María, la primera hija de la pareja, les unió todavía más.

LA BODA TUVO LUGAR EN EL MÁS ABSOLUTO SECRETO


La boda se llevó a cabo en el juzgado de una localidad vecina a Camprodón, un día de diciembre, en un secreto tan estricto que ni padres, ni hermanos ni amigos dieron la sensación de estar enterados. La Prensa inició entonces un largo peregrinaje, por las cercanías de Camprodón, destinado a obtener cualquier documento que certificara la unión, pero las pesquisas esta vez no dieron fruto y hubo que conformarse con las declaraciones de Serrat, siempre escasas cuando se trata de asuntos íntimos.

«Es cierto que me he casado. Lo hice... ¿Qué importa el día? La única verdad es que esta señora y yo ya somos marido y mujer.»

Serrat y una jovencísima Candela comunicaron a la prensa que ya se habían casado. Una vez mas el nano no quiso hacer marketing de su vida personal. Desde su casa de campo en Camprodón dio oportunidad a todos los medios por igual de dar detalles sobre su nuevo estado civil.

Añadió que «la boda tuvo lugar en un juzgado y se realizó sólo por lo civil... Posiblemente resulta más fría así, pero no estamos de acuerdo con todo el tinglado que tiene montado la Iglesia. Si casarse por la Iglesia hubiera sido solamente el acto místico lo habríamos hecho, pero no, en el acto van implícitas muchas cosas».

La pareja estuvo de acuerdo en que lo suyo, más que secreto, había sido discreción, ya que «nuestra boda era algo muy nuestro, algo que nos pertenecía y no era cuestión de pregonarlo... Pero tampoco queremos escondernos, es algo que está ahí y forma parte de nuestra vida. Sólo nos pareció que así estaba mejor y así lo hemos hecho».

Y apostilló: «En realidad, nosotros dos ya somos marido y mujer desde el mes de julio... Ahora sólo se ha legalizado».

Serrat y Candela se conocieron a raíz de que el cantante regresara del exilio, pero si no proporcionaron datos concretos de la boda, aún menos de las circunstancias en que se entabló su relación, únicamente dijo: «Fue una casualidad como han habido tantas otras. Nos conocimos, empezamos a tratarnos y hasta hoy».

Y si decidieron casarse fue sólo porque «juntos estamos bien. Ahora –decía Serrat– puedo analizar mejor las cosas».

Respuestas tan concisas y a veces tan secas como el noi sabe darlas, provocaron un cúmulo de especulaciones que apuntaron primeramente al hecho de que tal boda no había llegado a producirse, al menos en el momento en que se anunció y que Serrat disfrazaba así su decisión de irse a vivir con una menor, hija de familia 'bien'.

Hubo también quien afirmó que Candela esperaba un bebé, de ahí la precipitación de un matrimonio que en otras circunstancias no se habría llevado a efecto. E incluso se mencionó que la pareja había vendido la exclusiva a un semanario por un millón de pesetas.

Si la boda se produjo antes o después de que se diera la noticia o no se ha llevado a cabo todavía, es algo que a estas alturas aún se ignora. Lo que sí está claro es que Serrat no mintió al asegurar que «no hay bebé por ahora, aunque no descartamos la posibilidad de un embarazo a corto plazo porque los dos deseamos un hijo cuanto antes». Ni desde luego hubo venta de exclusiva, puesto que nadie ha publicado nunca una sola foto de la ceremonia.

«ESTOY FLECHADO POR CANDELA»

Fue mucho el tiempo el que Serrat tuvo que soportar, unas veces con mejor y otras con peor talante, el acoso de la Prensa que, llegaba incluso hasta la puerta misma de su casa de Camprodón, con la esperanza de obtener una mínima pista que permitiera conseguir el tan discutido certificado matrimonial y alguna foto de la boda. No hubo manera. Serrat fue tajante porque «considero el matrimonio como algo tan íntimo que no puedo dejar de sentir una gran vergüenza de que se airee constantemente y de que sea tema de profuso comentario».

En realidad, no había nada nuevo en esta actitud que a poco que uno se fije resulta una constante en la trayectoria vital de Serrat. Actitud que no había por qué modificar en el momento de decidirse a firmar papeles de boda.

A partir del instante en que el del Poble Sec aseguró estar «casado y bien casado», Candela Tiffón se convirtió en su sombra viva, joven, callada y multicolor... Sombra cómplice capaz de demostrar que el amor, cuando existe, se explica a si mismo sin retórica.

Sólo en una ocasión Serrat le puso palabras a sus sentimientos confesando, en un arrebato de sinceridad que «estoy flechado por Candela. Es verdad... Ella es un ser excepcional, una mujer con muchas ganas de aprender y que así y todo te enseña a vivir en un montón de aspectos. Observa, observa mucho y sabe de todo. Pero lo más importante es lo que sabe y con qué empeño quiere conocer las cosas».

Animada por el comentario, Candela decidió romper su empecinado silencio con la Prensa para decir que «lo que más me importa es ser compañera de Joan. Me gusta mucho estar a su lado porque hay que conocerlo en toda su plenitud para comprender qué tipo de persona es».

Ser sobre todo amigos y mantener esa amistad por encima de todo ha sido y sigue siendo el principal objetivo de esta pareja: «Nosotros nos amamos desde el primer día con y sin papeles, pero aquí lo fundamental es la amistad que nos hemos propuesto... Porque no queremos ser una de esas parejas rutinarias entre las que puede llegar a existir la desconfianza. Por eso, además del amor, lo más importante para nosotros es la amistad».

Una amistad que la diferencia de edad no dificulta, sino todo lo contrario, porque «sé que estoy casado con una mujer en período de formación, pero que no pasa de las cosas. Candela mira, escucha y lleva los ojos bien abiertos».

Y él, que desde el principio se propuso «compartir el trabajo y todas mis actividades con Candela» para vivir de cerca ese proceso de formación, se ha hecho acompañar de su jovencísima esposa en cuantos viajes ha emprendido desde entonces.

Sólo la enfermedad o el nacimiento de un hijo han impedido que los Serrat se muevan juntos por el mundo y esto ha sido en ocasiones tan contadas que no merecen la pena tenerse en cuenta.

TODOS DUDABAN DE LA FIDELIDAD DE SERRAT

De cualquier modo, en 1979, la imagen de Joan Manuel Serrat casado, resultaba por lo menos chocante. Había dudas, serias dudas, sobre su capacidad para ser fiel a una sola mujer cuando sus treinta y cuatro años se repartían entre tantas. 

Dudas que intentó disipar asegurando que: «Es cierto que he tenido la suerte de enamorarme de infinidad de mujeres estupendas que me han tratado a mí mucho mejor, seguramente, que yo a ellas. Pero no pienso que eso pueda poner en entredicho mi formalidad de cara al matrimonio ni mi felicidad conyugal. Me lo he pensado muy bien antes de dar este paso y soy perfectamente consciente de lo que cuesta convivir con otra persona, aunque se la ame tanto como yo amo a Candela... Claro que ni Candela ni yo sabemos lo que pueda ocurrir en el futuro».

Al año y medio de ese futuro, Serrat no dudaba en ratificarse en su idea:

«Desde que conozco a Candela no he salido con otras... Quien me conoce sabe muy bien que no miento. Y te digo que jamás he de meterle los cuernos porque es mi mujer, porque soy muy feliz con ella y porque no es algo impuesto, sino natural».

Desde estas declaraciones realizadas año y pico después de casarse el noi no sólo ha subrayado lo dicho con su actitud, sino que se ha reiterado en ello cuantas veces le han preguntado. Y es que «yo no respondo a la idea de "hombre-harén"; soy muy normal en todo lo relacionado con mi pareja y siempre mantengo un comportamiento correcto».

Lo que no impide que siga «mirándome a las mujeres como siempre», aunque su condición de "monógamo sucesivo", según descripción propia, le impida ir más allá de la mirada.

Claro que todo eso no es óbice para que de vez en cuando los celos hagan de las suyas, como parece que sucedió durante el rodaje del video-clip destinado a la promoción de «El Sur también existe»: el beso apasionado que Serrat y Cyra Toledo intercambiaron para las secuencias finales de la grabación no sentó nada bien a la no menos apasionada Candela. Y es de suponer que si las circunstancias hubieran convertido a Joan Manuel en espectador de una secuencia similar protagonizada por su esposa, tampoco ella habría recibido efusivas felicitaciones al final por parte de su cónyuge. Porque «Candela es celosa, pero yo también lo soy con ella... En principio puede ser un sinónimo de amar, pero somos conscientes de que toda relación que pretenda solidificarse tiene que sustituirlo por otra cosa».

Y que la suya pretendía solidificarse, estuvo claro desde el principio. Entonces sólo hacía falta tiempo y dedicación, tiempo que Serrat arañó como pudo de actuaciones y compromisos hasta el extremo de hacer pensar a no pocos que Candela le alejaba paulatinamente de la música. Sin extrañarse por esta creencia general, el cantante sencillamente negó que esto fuera así: «Candela no me aleja de la música. Quizá yo le dedique ahora más tiempo a ella que a la música porque sentimental y humanamente para mí ella es más importante que todo lo demás. Te diré, sin embargo, que es la época de mi vida en la que más estoy creando».

Y obviamente, los procesos de creación no llegan hasta el publico hasta que se convierten en un producto acabado.

Pero reconocía a pesar de todo, que carecía de «constancia para dedicarle al acabado de mis canciones. Para mí ha sido siempre la labor más difícil como compositor y como cantante. Soy muy exigente en ese sentido y de un tiempo a esta parte trabajo sin presiones, sin apuros, y es por eso que hay tanto lapso entre los últimos discos míos que salen al mercado».

Texto: Elvira Motta
Documentación: Manoli Cuenca y Juan José Montoro